Para algunos, ir al súper es como una terapia relajante, para otros, todo lo contrario.
Seguro se identificarán con algo…
Al menos a nuestros humanos les ha pasado.
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La
elección del carrito es todo un tema. A nuestro humano no le importa, pero
a la humana, sí. Encontrar uno bueno es como elegir jitomates, o están duros o
muy aguados. O tienen una llantita trabada, y tienes que esforzarte para
empujarlo, o están llenos de basura, o
embarrados de algún líquido rosa espeso de dudosa procedencia (yogurt), o
tienen una tendencia a irse hacia un lado. Sea como sea, siempre tiene un
defecto, y acabas peleándote con él todo el trayecto de compras… o se lo
cambias a alguien… ¡Ah, no! Eso no se hace, humana mala… ¿O sí?
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Haces tus
compras, vas llenando tu carrito, lo estacionas para abrir el refrigerador
y sacar un paquete de elotes amarillos, volteas para dejar el producto dentro
del carrito y ¡oh sorpresa! ¡se lo han robado! Sí, humanos, en el súper
también te roban el carrito, no hay seguridad en esos lugares, ¿adónde vamos a
parar? Tú y tu esposo (novio o amante) lo buscan como desquiciados por todos
los pasillos porque no piensan empezar las compras de cero, pero no hay señales de él,
hasta que llegan al área de frutas y verduras, y ahí está, mal estacionado, pero
con todas las cosas a salvo… Seguro alguna señora desorientada (o amante de lo
ajeno), de ésas que pululan, “se confundió” y tomó lo que no era de ella.
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Qué tal
la señora que está husmeando lo que llevas, y tú de lejitos le echas un ojo
para checar que no se lleve el último paquete de sopa instantánea que había, y
que tú hábilmente (o por suerte) ganaste. Es más, hasta saca tus artículos, los
mira, lee las etiquetas. Tú te acercas discretamente y te dice: ¡Oh! ¿Es tuyo? ¿En dónde encontraste este
producto? ¡Ay, ajá!
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Humanos y humanas, aprendan a manejar un carrito de súper, no tiene mucha ciencia… ¡estaciónenlo!
Dejarlo a medio pasillo no es la opción. Nuestra humana dice que como manejan
en el súper, manejan en la vida real, ¡susto!
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El mito
de los aguacates buenos… Nunca hay aguacates en su punto, o están como para
descalabrar a alguien, o aguados como nalgas de San Bernardo. Eso sí, listos
para el guacamole.
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Cuando
llegas a las cajas a pagar, siempre hay que escanear todas para elegir la
menos llena. Esto se convierte en una carrera que debes ganar sí o sí. Lo logras,
y empiezas a sacar tus cosas del carrito… ¡ratones panteoneros! ¿Por qué a la
humana siempre le toca que hagan “el corte” justo cuando ella quiere pagar, le
urge ir al baño, le duelen los pies, y está hasta el copete de hacer compras?
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Otro
escenario en la caja. Llegas a pagar, está casi vacía, sólo hay un humano…
Síiiii, un humano molesto que quiere pagar la tenencia (o algún otro servicio),
y la cajera no sabe cómo hacer ese cobro. ¿Por quéeeeeeeeee?
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La
maldición del pasillo previo a la caja. Todo lo que se encuentra ahí está
acomodado estratégicamente para que lo compres aunque no lo necesites. Haz caso
omiso, no caigas en la maldición de comprar por comprar. No necesitas un
cepillo de dientes miniatura, ni un paquete con 10 cajas de chicles, ni una
paleta con ventilador incluido.
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Seguro han notado que estos
establecimientos tienen más de 15 cajas para cobrar, pero, cuenta la leyenda, que quieren desquiciar
a los clientes, y sólo abren 7 cajas. Síiii, para que sigas comprando en el
pasillo de las cosas inútiles y comida chatarra. Y si vas con hambre,
¡agárrate!
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Algo que la humana no entiende es ¿por
qué las mujeres van con tacón de plataforma, estilo teibolera, a hacer el súper?
Que alguien le explique. Algunas caminan maravillosamente bien, parece que
nacieron con tacón alto incluido, pero otras caminan como si ya no aguantaran
los juanetes. Humanas, no sean gachas con sus pies, consiéntanlos usando zapato cómodo.
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Digan lo que digan, a los humanos les encanta el chisme, y aunque no conozcan el mundo
de la farándula, se echan toda la TVNotas mientras esperan en la caja.
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La caja
rápida no hace honor a su nombre, pues está llena de personas con el carrito hasta el tope. Humanos y
humanas con discapacidad mental, lean el letrero: máximo 10 productos.
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La lista
del súper siempre miente. Ella dice que necesitas 20 productos, pero acabas
comprando 45. Realmente esto es culpa de “la mafia internacional de los supermercados” (nombre que nos acabamos de sacar del bigote);
ellos saben cómo hacerte gastar más, acomodan los artículos para que te
enamores de ellos aunque no los necesites. Tus movimientos son observados, los
productos te hablan al oído… Discretamente te convencerán de llevarte a casa
algo que llamó tu atención pero que no estaba en tu lista.
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Esta
mafia de los supermercados tiene una lista de productos que van a caducar, o
que les urge vender por alguna razón, así es que los pondrán a la altura de
tus ojos, muy cerca de tus manitas. Nuestros humanos tratan de tomar los
productos que están más atrás, no tan a la vista y, efectivamente, la fecha de caducidad
es diferente.
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El tamaño
del carrito sí importa. Hace algunos años no eran tan grandes, sin
embargo, en nuestros días tienen muy buen tamaño para que compres, y compres,
y compres. Está comprobado que la mayoría de las personas se sienten más
satisfechas cuando logran llenar el carrito, que cuando va medio vacío. La
tarjeta de crédito es la que sale corriendo cuando ve el ticket.
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Los
precios. Los artículos siempre cuestan $8.99, $74.99, $105.99, $2.99. Todo
termina en 9, lo que te hace creer que pagarás menos. Humanos ingenuos.
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Pero no
todo es malo. Si olvidaste desayunar, puedes comerte una botanita con las
demostradoras de cada pasillo.
Nosotros sólo necesitamos alimento
y arena, y uno que otro juguetito.
¡Choca la pata!
Pillo & Moma
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